martes, 30 de agosto de 2011

Nocturno a una poeta


Hay sueños despiertos

en el pliegue de la noche.

Como una congregación de luciérnagas siderales,

las estrellas iluminan el firmamento.

Una ilusión insomne

trata de conciliar el sueño.

Bajo el claro de luna,

después de un largo día,

las sombras de los cansados álamos

dormitan en el fondo del río.

La casa, adivinando tu ausencia

mira hacia el campo

buscando tu presencia entre los árboles,

entre el arroyo que va saltando de peña en peña,

en el río que sueña el encuentro con la mar.

Pero tú no estás entre los árboles,

no estás en el arroyo o en el río

ni tras las montañas que cada día

paren piedras resplandecientes.

Tú estás en el valle de rosas y lavandas,

en un lecho de hojas de hierbas

yaces desnuda a mi lado.

Bajo el claro de luna, tu cuerpo iluminado

y en actitud de entrega

es la noche estrellada abierta al firmamento.

Mi boca a tu boca, como el pasto al rocío,

tu boca a la mía como tentadora fruta

del árbol de la vida.

Nos besamos queriendo saciar

la sed de amor,

el deseo y pasión

en la conjugación de nuestros labios.

Tú cabellera al viento juega con la brisa.

Tu cuerpo es la prolongación de tu esencia

reflejada en mis sueños.

Me deslizo por él lentamente.

Descubro los misterios escondidos

en tu mundo de ensueños.

Bajo caricia a caricia,

cubriendo beso a beso

todo el territorio de tus deseos ,

despertando la pasión

de los volcanes que habitan en ti.

Bajo el claro de luna,

tu cuerpo iluminado

y en actitud de entrega

es la noche estrellada

abierta al firmamento.

Y en tono cómplice

nos habla el universo.

Del próximo poemario, El árbol de la vida