jueves, 20 de octubre de 2011

La noche viene llegando lentamente


Ahí estás...
en tu casa y en tu patio
en tu jardín de encanto,
entre plantas y flores,
podando los recuerdos
para que florezca el olvido.
Aquí estoy…
mirando a través
de los grandes ventanales de la casa.
La noche viene llegando lentamente,
el atardecer la espera
como todos los días
para que ella lo cubra
con su manto oscuro
y lo deje dormir en sus brazos.
Contemplo los grandes árboles
del parque que está
al frente de la terraza.
La noche viene llegando lentamente
La noche es el silencio
perpetuado en el firmamento.
Aquí estoy…
entre el humo del tabaco
y la oscuridad,
veo al niño que fui
tratando de subirse al árbol.
Es más real que tus promesas
y juramentos de amor.
La noche viene llegando lentamente.
Aquí estoy…
entre el humo del cigarro,
la soledad,
y los momentos
que se quedaron desvelados
a los pies de los recuerdos.
Me dices en tu carta que has
despertado de tu sueño.
Sucede que a veces duermo
para seguir soñándote.

Del proyecto de poemario El árbol de la vida

miércoles, 12 de octubre de 2011

A Pablo Neruda


Oda A Pablo Neruda


Poesía, alimento necesario como el aire que respiramos.
A España en el corazón. Tu canto renació en la guerra.
Bella tu obra, el Nobel no cambió tu esencia terrenal.
La lucha de los pueblos, vegetaciones milenarias,
Odas al amor. Como el pan en la mesa. Eso nos diste.
Nosotros, recibimos tu poesía, tu canto, tu verbo.
Emocionados vimos en tus palabras, vida, ilusiones.
Residencia en la tierra tu dirección. Poeta tu curriculum.
Una oda al camarada Pablo, alma poética, terrenal, estelar.
Dejaste para las generaciones futuras tu poesía militante
Al pueblo, a las gentes. Nos llega en las lluvias del sur.

Sobre la sangre derramada

en ciudades y pueblos de la patria,

sobre pirámides de libros cuyas palabras

murieron en la hoguera,

sobre el destino truncado de los presos políticos,

de los desaparecidos, de los asesinados,

sobre las almas desterradas a tierras sin nombres,

construyó el general de mercenarios

el gobierno militar de la incultura,

la dictadura de los halcones de la guerra.

Pablo, cuando tu alma se fue

hasta las alturas de Machu Pichu,

comenzó una época terrible.

Tus palabras quedaron junto a las gente

organizando futuro.

El mismo día de tu funeral

comenzó a renacer el verbo

sobreviviente del holocausto.

Modestas mujeres, hombres de trabajo

la gente, el pueblo obrero

y el pueblo campesino,

estudiantes y cantantes,

poetas y artistas,

gritaron tu nombre,

tus versos eran un grito de combate,

bajo la mirada atenta de soldados armados.

Con llanto en los ojos y coraje en el alma,

el pueblo comenzó a cantar La Internacional.

En todo el territorio de la patria prisionera

se agitaron las almas combatientes.

Ese día pusiste en el pecho del pueblo

cuchillos que yacían enterrados.

Yaces poeta insomne,

en tu lecho de elementos terrenales,

ojos de futuro, cantos prolongados

en la historia del tiempo.

Vengo a cantar contigo.

Traigo del sur las lluvias

y las vegetaciones exuberantes,

traigo rayos y truenos

para que sembremos tempestades.

Vengo a cantar contigo,

vengo de montes y quebradas

vengo del Valle del Elqui, por esos lares

dejé el arado esperando en las semillas.

Estoy aquí para cantar contigo,

y reencender el horizonte con las palabras.

Estoy aquí, vengo a cantar contigo

Pablo, vienes desde el vientre del pueblo,

desde las profundidades de la vida,

desde socavones dormidos en lechos minerales,

desde caminos rurales por los que la brisa de los días

va besando la piel de los senderos.

Vienes desde las alturas de los andamios

con los que los obreros construyen grandes edificios.

Vienes desde las grandes ciudades

de carreteras de asfalto y cemento,

de rostros fríos, indiferentes,

ausentes como el amor en fuga.

Vienes desde el campo con olor a madre tierra

en la que los labradores depositan

semillas germinales.

Vienes desde territorios de alfareros,

manos de arcilla y greda

de las que salen ollas, jarros y vasos

como pájaros del nido.

Vienes desde mares

reflejados en la luna de tus ojos,

desde los continentes

perpetuados en los versos de tu poesía.

Vienes volando desde las alturas de

cordilleras milenarias,

testigos del paso de la cruz y la espada

testigos del paso de la sangre y el fuego

que invadieron de norte a sur nuestras tierras.

Vienes desde territorios de habitantes indomables

renaciendo en la raza templada por el fuego

de los volcanes.

Vienes desde la serenidad de las noches

silenciosas del desierto,

Desde todos los rincones de la patria,

viene tu voz, tu canto, tu poesía.

Pablo Neruda, camarada poeta,

en las grandes alamedas de la patria

cerradas aún para el pueblo,

entre banderas incendiarias y consignas,

la gente grita e invoca tu nombre.

Pablo Neruda, camarada poeta,

¡Ven a renacer en la semilla!

Desde las alturas

viene la poesía nerudiana,

en estos tiempos.Aún vital y vigente.

Trae las lluvias torrenciales del sur

en sus pupilas.

Sus pies van reconociendo los caminos,

re-bautizando las tierras con nombres y recuerdos

renacidos de los tiempos antiguos,

antes de que las botas, fusiles y bayonetas

las dividieran en regiones.

Sus pasos van reencendiendo fuegos dormidos

años centenarios, siglos milenarios.

Pablo aire y agua,

Pablo fuego y tierra,

Tu poesía se contiene en todos los elementos.

Tu poesía conjuga la esencia de la vida.

¡Canta, canta poeta del pueblo!

¡Canta, canta poeta de raza indomable!

Lautaro y Caupolicán cantan contigo.

¡Canta, canta poeta de los enamorados!

¡Canta, canta poeta de amantes fortuitos!

Tu poesía de corazón rebelde,

canta en las voces del viento.

El pueblo hace suyo tu canto,

sus manos buscan la lámpara que dejaste encendida.

Capitanes del pueblo la encontrarán,

y tu canto llevando aires de libertad, iluminará la patria

desde el norte hasta la Araucanía.








viernes, 7 de octubre de 2011

El árbol de la vida


Siempre hay un origen para todo.
La oscuridad, la nada,
fue un comienzo.
La transformación,
la prolongación de todo
ya es un milagro.
Siempre hay un principio
una primera vez.
Barro,
hombre,
mujer,
árbol,
fruta,
tentación perpetuada
a través del tiempo.
La ira,
una sentencia,
un castigo inclemente.
Expulsión,
éxodo a tierras sin almas
y sin nombres.
Exilio obligado, repetido
en todos los espacios y tiempos.
Andamos, andamos y andamos.
Sudor, ríos germinando,
océanos de lágrimas diseminadas
por los caminos de la vida.
Andar y andar,
andar tras los pasos perdidos.
Almas errantes
prolongadas en el éxodo infinito.
Andar y andar en busca
del paraíso perdido,
escondido detrás
del polvo de los caminos.
Volver a los comienzos de la nada.
Volver a los orígenes
donde nada ha terminado.
Remece el árbol de la vida,
ese que quedó abandonado
en un rincón
del Edén milenario.

Del proyecto de poemario El árbol de la vida